Ésta es la cuarta y última entrega de #DescobreixTerrassa. Anteriormente os invité a pasear por las calles de Terrassa, la Masia Freixa y la Casa Alegre de Sagrera. Ahora es el turno de entrar en el MNACTEC.
Nuesta jornada en Terrassa siguió después de comer. La cita era a las 17h en el Vapor Aymerich, Amat i Jover, sede del Museu de la Ciència i la Tècnica de Catalunya (Mnactec). Un lugar por el que había pasado varias veces pero en el que nunca había entrado.
Diseñado por el arquitecto Lluís Muncunill i Parellada (Sant Vicenç de Fals, 1868 – Terrassa, 1931), es una muestra de la arquitectura industrial modernista catalana. En sus orígenes fue una fábrica dedicada a la lana, siguiendo con la tradición textil de la comarca.
No sé mucho de arquitectura. Bueno, en general sé mucho de todo y no sé mucho de nada, así que en lo que a arte se refiere, decido guiarme por lo que me provoca una reacción, lo que me emociona. Por eso, de toda la visita al Mnactec, tengo que hacer referencia a las las vistas desde la terraza.
Y es que fue subir una pequeña escalera que da acceso a la zona más alta, y ver a mis pies un mar de olas de ladrillo y cristal que no tenía fin. Allí me quedé un buen rato, sin saber muy bien cómo hacer la fotografía que captara esa inmensidad. Por mi lado iban pasando otros participantes que llegaban, hacían click y se marchaban. Y yo seguía de pie, con la cámara colgada del cuello y el teléfono en la mano, pensando en cómo hacer esa fotografía. Después de disparar varias decenas de fotografías, era hora de seguir explorando el Mnactec.
Desde dentro fue más impresionante aún ver cómo aquellas formas, aquel techo ondulado no era un capricho del arquitecto, sino la forma más inteligente de aprovechar los rayos del sol, consiguiendo tener luz natural durante todo el día.
Vimos el museo entero. De una sección a otra, recordando todo aquello que aprendimos en clases de EGB… Hasta llegar a la que fue mi sección favorita, la de los transportes. Y es que donde haya un vehículo clásico, ahí estoy yo haciendo fotografías. Los más pequeños se lo pasaron en grande observando aquellos cacharros a los que llamábamos ‘coches’, tan diferentes a lo que están aconstumbrados a ver por la calle. Pero para disfrutar de la principal atracción había que mirar hacia arriba.
Y descubrir la avioneta que sobrevolaba, quieta, las miradas de aquellos pequeños curiosos.
Con la visita al Mnactec concluyó una jornada en la que redescubrimos Terrassa, una ciudad que siempre habíamos tenido cerca pero que nunca habíamos mirado.
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